Don Bosco y los jóvenes
- Gil Sanchez, Rivero, Yñiguez
- 24 sept 2015
- 2 Min. de lectura
Su primer lugar de encuentro con la juventud más abandonada y pobre fue la calle y en la cárcel. Tenía otras muchas posibilidades donde trabajar como cura: colegios donde le pagarían bien y no le faltaría de nada, familias privilegiadas, parroquias donde hacer carrera… Y, de hecho, estuvo en muchos de estos sitios trabajando intensamente, pagando el precio de un desgaste de salud considerable. Por eso, llegó el momento de elegir. De ponerse la mano en el corazón, y responder de la manera más fiel a lo que él consideraba que Dios le estaba pidiendo. Y eligió la calle.
Eligió la calle y a esos jóvenes que no tenían más recursos ni más personas que el pobre cura joven Don Bosco, considerado un loco por el resto de sacerdotes y por algunas personas importantes de la ciudad.
Los que no tenían nada, a partir de este momento, tendría a alguien: a Don Bosco. Y él se convertiría, para todos ellos, en su maestro y su amigo. Pero, sobre todo, en un padre.
Muchos de estos jóvenes pobres y abandonados no tenían ni siquiera familia, porque eran huérfanos o porque habían huido. Por eso creo que Don Bosco, convirtiéndose enpadre, respondía así a dos llamadas que abrasaban su corazón: el grito de los jóvenes que necesitaban un padre, y el grito de Dios que le llamaba a mostrar a los jóvenes que Él es un Padre Bueno.
Y dejándonos, sobre todo, el regalo de su estilo educativo, basado en la presencia afectuosa en cada momento de la vida de los jóvenes, en la confianza, en el amor al joven, en la convicción por parte del educador de que en todo joven hay cantidad de valores que debemos ayudar a descubrir y desarrollar… y en la fe en un Dios que ama apasionadamente a cada joven y cuyo rostro paterno estamos llamados a dibujar con nuestra vida.
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